La Personalidad
·
Por necesidad del tema, nos vemos obligados a
dividirla en tres partes o capítulos.
1° Parte
Las actuales teorías psicológicas
nos muestran a la Personalidad como
la tercera etapa sucesiva en la formación y evolución del ser humano, siendo el
temperamento y el carácter, las dos etapas anteriores.
Por temperamento se entiende un estado orgánico y neuropsíquico
constitucional, congénito, en virtud del cual el ser humano se manifiesta en
actitudes y conductas espontáneas, como reacción a los estímulos del mundo
exterior, y algunas otras de nuestro mundo interior.
Por carácter se entiende una oposición paulatina a lo instintivo y
tempestuoso del temperamento, a medida que se perfeccionan las conexiones
nerviosas cerebrales, en lento trabajo de ajuste, individual y de especie. El carácter,
en cambio, selecciona los estímulos del mundo exterior (al igual que del
interior), por medio de la educación; se puede decir que se halla conformado
cuando se imbrica totalmente en el Yo (psique), y tiñe las obras y las conductas
del hombre.
La Personalidad se conforma sobre la base del temperamento y del
carácter, gracias a la obra que con estimaciones propias y ajenas, da un
propósito a la vida, a la vez que se refleja en la conciencia, cuya principal
virtud es el “discernir”, es decir, elegir
entre lo que es correcto y lo que es incorrecto, no nos estamos refiriendo
a lo bueno o a lo malo, como comúnmente se entiende , ellas dependen en qué
momento se usan y cómo se usan; por ejemplo, un vaso con agua es una maldición
para alguien que se está ahogando en el agua, mientras que ese mismo vaso con
agua, resulta una bendición para quien muere de sed en el desierto.
El ejemplo más típico
oriental sobre esta virtud principal de la conciencia es el mito del Ave
Kala-Hamsa (ave Bennu en Egipto) que se dice que con su largo pico
extrae la leche del agua cuando éstas se encuentran mezcladas, con esto se está
refiriendo a lo difícil que se requiere encontrar un “recto discernimiento”,
que nos permitiría una ampliación de conciencia.
La etimología viene en nuestra
ayuda, si recordamos que el término “personalidad”
proviene del latín “personare” (“sonar a través de”) y posteriormente “persona” que literalmente significa “máscara”.
En la antigüedad, el vocablo se usó para expresar, precisamente la máscara o el
escudo con que se recubre el Yo, el Ego, o el Ser Superior, reconocido por
muchos como la parte espiritual del hombre; siempre y cuando nos refiramos al
Yo y al Ego, porque también existe ese otro yo o ego que quiere señalar a la
psique o el Alma, más no al espíritu; todo esto para poder así, objetivar este
Yo Superior sus potencias en el mundo manifiesto.
Los griegos, en
sus famosos teatros mistéricos, en donde representaban la tragedia, el drama y
la comedia, sus actores utilizaban unas máscaras muy grandes que cubrían desde
el rostro hasta más de la mitad del cuerpo, las cuales tenían un efecto de
resonancia amplificada, ya que algunos de estos teatros tenían la capacidad
hasta para más de 15.000 personas, y obviamente, no se contaba en esos tiempos
con los equipos de amplificación sonora que tenemos en la actualidad, de ahí que
la personaldad, originalmente era una máscara o un disfraz.
En la actualidad, se realiza un
culto desmedido a la “personalidad”,
más no a “individuo”, mientras que
la primera, es una máscara, la segunda (individuo), deviene etimológicamente,
de “indiviso”:
es decir, “lo que no se puede partir, lo
que no se puede dividir”.
Hoy en día, hasta se considera
despectivo decirle a alguien “individuo”, más no “persona”, cuando estamos
descubriendo, que es todo lo contrario.
Identificaríamos a la personalidad, con sus cuatro elementos
básicos: el cuerpo físico, el cuerpo energético, el cuerpo emocional, que incluye inclusive
hasta las pasiones, que muchas veces son confundidas con el amor y al cuerpo o elemento mental inferior; y no
inferior porque tenga menos capacidades, sino porque está condicionado por la dualidad, por dos entidades que se
enfrentan continuamente (blanco/negro; malo/bueno; feo/bonito) sin poder
trascenderlas.
Mientras que el Individuo, se refiere desde la mente superior, o sea, aquella que ha
trascendido lo dual, en donde radica la inteligencia; a la intuición (no estamos hablando de una sensibilidad emocional que
corresponde a la personalidad); sino a la capacidad que por ejemplo tienen los artistas,
mas no los artesanos y al hombre se le manifiesta la intuición a través de pequeños
chispazos, que le dan posibilidad a una verdadera creatividad y finalmente para
completar esta tríada del individuo, estaría el denominado en sánscrito, el cuerpo átmico, y por falta de una
traducción más exacta del español, le denominaríamos, la parte espiritual.
Alma y Espíritu son entidades
completamente diferentes, la Psicología es el estudio del Alma o Psique;
mientras que al Espíritu podríamos decir que es una gota de ese inmarcesible océano
que constituiría la Divinidad. Por eso en muchos libros sagrados de diferentes
religiones se hace referencia a que “somos a imagen y semejanza de Dios”,
es más, el Maestro Jinarajadasa, dice que “somos dioses encadenados”.
Entre estos dos elementos, la personalidad y el individuo, existiría un puente al que denominaríamos “conciencia”, mientras más amplio es
este puente, más posibilidades tiene de manifestarse las cualidades del
individuo o ser superior en la personalidad, a ello se le denomina “desarrollo de la personalidad”, cuando
ésta está subyugada y dirigida por el individuo a través de la conciencia y su
virtud el discernimiento.
Desde este punto de vista, la
personalidad es tan efímera como la duración de una vida; pero ella tiene la posibilidad
de reflejar la juventud o la vejez del Ego Superior al que sirve.
En verdad, la personalidad como
escudo protector, comienza a configurarse desde los primeros años de la vida
física y ello sucede porque, desde temprano; el Ego Inmortal o Yo Superior empuja, animado por su propia necesidad
de expresión. Tal vez, luego con el correr de los años, la personalidad cambie,
se acreciente, se destruya o se vuelva a plasmar, aunque siempre será en base a
esos primeros elementos configurados desde el principio de la manifestación
física.
Además del factor trascendente
del Ego, que necesita una vestidura de expresión son otros varios factores que
intervienen en la conformación de la personalidad.
-
Debemos contar con una serie de disposiciones y
dotes congénitas, fruto de la herencia familiar y aún de la especie humana.
-
La educación es otro factor de peso, entendiendo
a ésta como el educir sacar de adentro hacia afuera lo mejor que tenemos, pues
agrega elementos que contribuirán a modificar lo congénito.
-
El Ego Superior, como ya lo anticipamos, como
elemento metafísico, causa inteligente de la plasmación material: es el Hombre –
Esencia que transita a través del tiempo y del espacio.
Continuará…


Comentarios