Ensayos
Indio peruano
“- Indio que a pie vienes de lejos
(y tan lejos que quizás
te envejeciste en el camino,
y aún no concluyes de llegar…)
Detén un punto el fácil trote
bajo la carga de tu afán,
que te hace ver siempre la tierra
(en que reinabas siglos ha):
y dime, en gracia a la fatiga,
¿en dónde queda la ciudad?
- Señala el Indio un ágil cumbre,
que a mi esperanza cerca está;
y me responde, sonriendo:
- Ahí, no más…”
Poema de uno de nuestros grandes escritores peruanos: “José Santos Chocano”; quien pudo captar en esencia, la tranquilidad e inercia del indio.
Esa soledad entre las
montañas, ese hablar consigo mismo continuamente, esa ignorancia recalcitrante
del Alma que son rezagos de un hermoso imperio caído (en Imperio incaico) y que
han sido avasallados y humillados por una raza blanca, venida de otro
continente, cuyos conquistadores eran ladrones a mano armada, desde Colón hasta
Francisco Pizarro, los doce de la Isla del Gallo, el padre Valverde y otros de
la banda; lograron extraer paulatinamente gran parte del oro peruano y que era
considerado en el Perú en esa época, por su color y fineza, como “las lágrimas
del sol”; no como mineral de lucro, poder o riqueza como lo consideraban en esa
época, los ignorantes españoles, conocedores de una mejor tecnología, pero de
una calidad humana en tremendo deterioro y rezagos de una Edad Media que duró casi
mil años en la Cuenca del Mediterráneo, siendo la Iglesia Católica, la principal
causante de este oscurantismo histórico, con la finalidad de tener el poder
económico y social del mundo conocido, dominando a reyes y señores feudales,
hasta los militares y a todos aquellos
que se le oponían…para ello, distorsionaron la verdadera Biblia, escrita
inicialmente en arameo, en sus conocidos Concilios, como aquel Concilio de
Trento, donde es eliminado todo conocimiento que Cristo dio sobre la
re-encarnación; eso fue en el año 1500 aproximadamente.
Pero volviendo a nuestro pobre indio, decadencia de un gran
imperio, lo vemos hoy en día entremezclado con los criollos (criollo o cholo, es
el resultado del indio neto mezclado con español), en esencia casi todos los
peruanos somos o indios o criollos-cholos, existiendo muy pocos españoles o
extranjeros puros. Lo cual de alguna manera nos llena de orgullo, pues, tenemos
de unos y de otros, con la gran deficiencia, en muchos casos, que el
criollo-cholo ha volcado su habilidad e inteligencia en un sentido destructivo
e inmoral.
El complejo de
inferioridad, a veces, como un sello indeleble, nos tiñe bajo una idiosincrasia,
que nos lleva a ser despreciativos, indiferentes, malcriados, frustrados y muy poco
comunicativos. Considerando a Perú y Bolivia como algunos de los países en
Sudamérica más pobres en cuanto a comunicación y relaciones humanas se refiere.
“Señor, buenos días, ¿me puede servir un sándwich? El
empleado o jefe de negocio; indio en cuestión; en primer lugar no contesta los “Buenos días”; en segundo,
no contesta nada y en tercero, nos sirve a su estilo y de manera
despreciativa (si es que nos atiende oportunamente) y en toda su actitud
incomunicativa e indiferente, nos hace sentir como que nos hiciera un gran
favor del cual, no somos dignos de merecerlo; y, querido amigo, no se le vaya ocurrir
tratar de intercambiar alguna conversación con este indio malcriado, porque es
muy posible, que no le conteste nada, como si nadie hubiese hablado o puede que
lo trate como un delincuente que quiere aprovecharse no sé de qué, según lo que
piensa este salvaje en decadencia.
Y cuando “se sube al burro”; es decir, cuando su psique les repite “manan, manan” o también “Manancancho” (voz quechua, poco usada), significa “no hay” (pero de forma grotesca), lo más recomendable es retirarnos lo antes posible, pues podríamos sufrir una mayor agresión verbal y hasta física.
Embarquémonos en un taxi, cuyo chofer ya “vive
sobre el burro”, para bajarlo del mismo, al encontrarse con un
ciudadano común y corriente, es casi imposible; desde el primer momento:
comenzando con el costo de la carrera hasta su actitud, su expresión corporal y
sus gestos, nos denotan una personalidad totalmente frustrada y con un
sentimiento negativo en contra de los demás, que pareciera que busca
humillarlos para compensar su sentimiento de inferioridad. No sólo lo encontramos
en algunos taxistas, sino también en clientes que hacen uso de algún taxi,
invirtiéndose la figura.
Lo más importante, mis queridos lectores, esta “actitud
del indio que se sube al burro” es más metafórica y referida a aquellas
personas, que asumen las actitudes que hemos mencionado, pues la mayoría de raza
india pura es gente noble y humilde; me refiero más a aquellas personas que
siendo indios criollos o inclusive blancos, en general, por motivos
psicológicos amplios, dejan mucho que desear para una relación de negocios, de
comunicación y mucho más de amistad. Este “indio metafórico” al que más nos referimos, nos los encontramos, no solamente en Perú, sino en diferentes partes del mundo, tanto en América como en Europa. Es una idiosincrasia que se hace palpable en personas que todavía no han solucionado algunos problemas psicológicos internos.
Estas situaciones, que nos impiden una saludable interrelación humana, devienen de conflictos psicológicos, tanto históricos, como económicos y educativos; los cuales tendríamos que revisar con un mayor detenimiento y dar soluciones prácticas y duraderas que tendrían que ser tratadas con un margen de tiempo, atacando diversos ángulos que constituyen nuestra sociedad.
El Maestro



Comentarios