¿Por qué no puedo ser Dios?
Alguna vez en el Evangelio
escuché que TODOS SOMOS HIJOS DE DIOS,
palabras de Jesús el Cristo, ¿cómo yo voy a ser Dios? Y paulatinamente me
inicié en la Psicología y en la Filosofía de Oriente y Occidente, además que
increíblemente lo que Jinarajadasa,
unos de los primeros maestros de la Sociedad Teosófica, fundada por Helena Petrovna Blavatsky (considerada
la mujer más sabia del S. XIX y el científico, que revolucionó la física del
momento Albert Einstein, tenía como libro de cabecera “La Doctrina Secreta”, escrita por H.P. Blavatsky…
…¿Y quién creyera? Comencé a
descubrir que sí podía ser Dios, pero como dice Jinaradasa “somos dioses encadenados”… yo pensé
que era producto de una ilusión mal encaminada, la que me llevaban a aceptar
estas conclusiones; pero…les cuento, que cuando subí la primera vez al Volcán
Misti (Arequipa Perú) mi volcán que mide 5.200 msnm. Y al estar bajando,
cansado y soñando que un helicóptero me lleve directo a mi cama, lógico, con la
promesa de no volver a subir, por lo exhausto que significa este hecho; es
cuando de pronto, sentí como una Luz en mi interior que todo lo iluminaba (indescriptible
por palabras), comprendí así, que TODO
ERA UNA UNIDAD BASADA EN UNA DIVERSIFICACIÓN ARMÓNICA, PERFECTA Y JUSTA Y QUE
EL UNIVERSO TAL Y COMO ERA (principios y leyes a que veces no comprendemos) ESTABA
EN PERFECTO ORDEN Y EN UN NIVEL DE JUSTICIA CASI INCOMPRENSIBLE PARA NOSOTROS.
Describir lo que sentí es casi
imposible, me remito al Dr. Jorge Angel Livraga, que decía que “las
palabras no son más que los burdos portales que habitan sus mansiones”
y, A. Einstein, cuando le preguntaron qué era Dios, respondió “Dios
es una sustancia pura y recta que se manifiesta en el Universo, incomprensible
para nuestras frágiles mentes”.
Quisiera queridos lectores que
quienes han amado (seguramente, casi todos) nos pudieran describir qué es el
amor, qué es lo que se siente, qué es lo que dentro de nosotros nos perturba,
nos conmueve y nos llena de dicha, sólo quienes lo hemos sentido, lo podemos
comprender; pero no así, lo podemos explicar con palabras que sean fiel a
aquello que nos está sucediendo.
Según la Filosofía de Oriente, y
a hora también de Occidente (por la globalización) se dice que tenemos una
mente única, pero que ésta a su vez, se encuentra por evolución, dividida
(llamémosle así) en dos partes, una mente rúpica o condicionada a los
pares de opuestos y otra a-rúpica, o sea sin condicionamiento,
que trasciende a estos pares de opuestos.
Esta mente rúpica o condicionada,
la que vendría a constituir parte de nuestra psique (psique=alma) con las emociones, pasiones, pensamientos, la
razón, la lógica y algo de conciencia, es la que pondría en entredicho aquello
que no logra comprender por su ya naciente limitación.
Pero, este símbolo sagrado de Oriente, el Jin y el Yang, el cual es un círculo, que dentro del mismo se encuentra una línea sinuosa, es decir, en movimiento, la que divide al círculo en dos partes, una blanca y una negra, pero; dentro de la blanca encontramos un pequeño círculo de color negro, así como dentro de la parte negra encontramos otro pequeño círculo de color blanco, con ello la Filosofía Atemporal, nos muestra que dentro de lo blanco existe algo de negro y que dentro del negro, algo de blanco y que esta línea sinuosa avanza lentamente lo blanco sobre lo negro y lo negro sobre lo blanco eternamente. Este aspecto dual o denominado “pares de opuestos”, incluiría como: lo bueno-malo; lo feo-lo bonito; lo alto-lo bajo; etc.
Dándonos a comprender que uno no
podría existir son lo otro, es decir, generalizando, en esta dualidad, no
existe lo blanco-blanco, ni lo negro – negro, sino los diferentes matices del gris.
Además, la existencia del uno, implica la existencia del otro, de otra manera
no podría comprenderse la existencia de cualquiera de ellos; se encuentran en
perfecta armonía y equilibrio, las cosas no son buenas porque son buenas, ni
son malas porque son malas, lo que sí existe es la correcta decisión de aplicar
cualquiera de ellos en un momento determinado o adecuado, por ejemplo, un vaso
con agua sería un veneno para quien estaría ahogándose en el mar, pero una
bendición a quien está sufriendo de una terrible sed en el desierto, nos
preguntamos: el vaso con agua, ¿es bueno o malo?.
Para ello, la Psicología que vendría a ser nada más que el estudio del Alma, a diferencia del espíritu, cuenta con un elemento de conciencia, que significaría literalmente, “alrededor del centro”, la que los orientales sabiamente la mitifican como el Ave Kala-hamsa, aquella que tiene el pico muy largo y que es capaz, dicen ellos, de separar la leche cuando se encuentra mezclada con el agua, algo que comprendemos en la actualidad sólo podría hacerse en un laboratorio especializado. Estamos hablando nada más ni nada menos que del “DISCERNIMIENTO”, la capacidad que tiene la psique, más puntualmente la conciencia, de distinguir cuando debe ser aplicada una cosa dependiendo del momento circunstancial que se está atravesando. Encontrar dentro de la maleza o la paja la aguja, algo que se considera casi imposible. Discernimiento vendría a ser “elegir” (valiéndonos del ejemplo anterior) a quién debemos dar el vaso de agua, sin que en esencia ésta sea buena o mala. Discernir es elegir, qué es lo que debemos dar y cuando debemos darlo, sin comprometer que lo que damos sea bueno o malo en esencia.
Para ello, la Psicología que vendría a ser nada más que el estudio del Alma, a diferencia del espíritu, cuenta con un elemento de conciencia, que significaría literalmente, “alrededor del centro”, la que los orientales sabiamente la mitifican como el Ave Kala-hamsa, aquella que tiene el pico muy largo y que es capaz, dicen ellos, de separar la leche cuando se encuentra mezclada con el agua, algo que comprendemos en la actualidad sólo podría hacerse en un laboratorio especializado. Estamos hablando nada más ni nada menos que del “DISCERNIMIENTO”, la capacidad que tiene la psique, más puntualmente la conciencia, de distinguir cuando debe ser aplicada una cosa dependiendo del momento circunstancial que se está atravesando. Encontrar dentro de la maleza o la paja la aguja, algo que se considera casi imposible. Discernimiento vendría a ser “elegir” (valiéndonos del ejemplo anterior) a quién debemos dar el vaso de agua, sin que en esencia ésta sea buena o mala. Discernir es elegir, qué es lo que debemos dar y cuando debemos darlo, sin comprometer que lo que damos sea bueno o malo en esencia.
Todo esto está circunscrito a la mente
rúpica o condicionada, la otra mente a-rúpica o sin condicionamientos
está ligada a la “inteligencia”, más no al intelecto y la inteligencia, según el
Dr. Jorge Angel Livraga es “es el captar sin pensamiento y el hacer sin
impulso, es el captar y hacer, para luego Ser”.
Decir que somos dioses es decir
también que hemos olvidado nuestro origen primario, es el oro que está envuelto
en lodo, pero que nunca dejará de ser oro, es el bloque de mármol, cuya inmarcesible
y bella imagen ya se encuentra dentro, lo único que hace el escultor es quitar
aquello que está demás.
Sujetos a la mitología oriental,
los mitos están llenos de símbolos y el símbolo no es más que una realidad
psicológica preñada de significados; narraremos un cuento muy tradicional que
nos puede elevar el Alma en puntillas y para poder intuir lo que es la
Divinidad y saber que dentro de nosotros existe algo que todo lo sabe, que todo
puede y todo lo quiere, como lo diría Hermann
Hesse.
Dice ser que un viejo sabio envió
a sus tres hijos a estudiar con los Brahmanes
(casta superior de la India denominada como Doctores de la Ley), después de
varios años de estudio regresan sus hijos a casa y le pregunta el padre al
mayor de ellos ¿Quién de Brahman? (Brahman=Dios para los cristianos), éste le
responde casi poéticamente que Brahman es todo, que lo abarca todo, que él ha
hecho el Universo y es el Universo mismo, respuesta aparentemente muy profunda;
el padre le responde impositivamente “retírate, tú no sabes quién es Brahman”.
Llama a su segundo hijo y le
pregunta ¿Quién es Brahman? El hijo respondió “Brahman es Uno y Todo, es ambos
y ninguno, es lo blanco y lo negro, es ambos y ninguno, es el Bien y el Mal es
ambos y ninguno; respuesta aparentemente mucho más profunda, el padre le
increpa “Vete, tú tampoco sabes quién es Brahman” y así llama al tercero y
último, haciéndole la misma pregunta ¿Quién es Brahman?, éste no responde
absolutamente nada; el padre incómodo, le vuelve a decir: “te estoy preguntando
hijo, quién es Brahman? Y éste nuevamente sigue sin responder, entonces, le
injuria y le dice “tu padre te está preguntando quién es Brahman y éste
mirándolo fijamente a sus ojos, sigue sin contestarle nada y entonces… el padre
le dice “TÚ SI SABES QUIÉN ES BRAHMAN”.
El Maestro




Comentarios